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Ahora estamos en medio de la temporada de Adviento, para muchos una buena oportunidad para revisar el año pasado.
Los últimos acontecimientos también dan razones más que suficientes para pensar en el Tratado de Lisboa en particular y en el desarrollo futuro de nuestra Europa en general.
Por lo tanto, los europeos confesos estamos más solicitados que nunca. No debemos alarmarnos por lo que parece estar mal o lo que está saliendo mal.
Debemos evaluar estos desarrollos sobre la base de nuestro concepto general, el concepto de una “Europa unida en la diversidad”, un concepto de una Europa federal o de los Estados Unidos de Europa y sacar las conclusiones apropiadas.
En cualquier caso, es importante que todos, europeos declarados o no, lo discutamos y juntos encontremos soluciones viables para nuestro mundo del mañana.
Por mi parte, sigo convencido de la idea europea y también me adhiero con vehemencia al programa de Hertenstein -incluso después de más de 60 años, sigue siendo el mejor concepto para una Europa de paz; y si seguimos esforzándonos, también por un mundo mejor.
Pero todavía debo recordar que nosotros, los habitantes de la Unión Europea, no representamos el 5 % de la población mundial actual y que la proporción está disminuyendo. Por eso dependemos de una cooperación continua y muy estrecha con el resto de Europa, incluido el Magreb, para poder seguir existiendo en el mundo del mañana.
Me complace especialmente que nuestro Comisario en Bruselas, Günther Oettinger, encontró palabras muy claras sobre esto en el congreso federal en Erfurt.
"Ubi est autem dignitas nisi ubi honestas?"
Cicerón, Epístulae ad Atticum (Libro VII, Carta 11)