Diferencias

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Publicar foto: muñecos de madera | © Pixabay

Todas las personas son iguales ante Dios y deben ser iguales ante la ley, al menos eso dicen las constituciones del mundo libre.

Pero somos precisamente los humanos los que marcamos las diferencias, incluso donde evidentemente no las hay. E incluso cuando buscamos lo que tenemos en común, terminamos creando lo que nos separa, al menos de las personas completamente diferentes.

Nuestra percepción y el procesamiento asociado de impresiones del mundo exterior parece consistir solo en la comparación constante de lo igual y lo desigual; similar al código binario de las calculadoras.

Así que nos aferramos a tales comparaciones toda nuestra vida y tenemos que asumir que esta es la naturaleza de las cosas, al menos la nuestra.

Es interesante para el observador determinar a qué diferencias se aferran las personas individualmente y también cuáles trabajan colectivamente.

Porque al hacerlo nosotros, los humanos, incluso creamos inesperadamente grupos étnicos completos, desde tribus hasta naciones. Pero también bárbaros, “infrahumanos” o minusválidos.

Interesante para mí fue la primera diferencia colectiva durante mis días de escuela. Esto no diferenciaba entre niños y niñas, tontos o tontos, alemanes o no alemanes, sino entre estudiantes con estilográficas Geha y aquellos con estilográficas Pelikan. Por cierto, tenía una pluma estilográfica Geha, pero no recuerdo si eso fue algo bueno o malo.

Más tarde, los estudiantes de Heilbronn diferíamos en si pasábamos el campamento de verano en el Gaffenberg o en el AWO-Waldheim, y al final de nuestros días escolares, donde asistíamos al curso de baile.

Hoy en día, es más probable que tales diferencias se hagan entre los estudiantes por la "ropa" que se muestra o el teléfono móvil, que es tan insignificante como lo eran nuestras distinciones entonces.

Más adelante en la vida, son más las características físicas, la afiliación religiosa mostrada, la lengua materna o la falta de habilidades lingüísticas o la cultura preferida que a los humanos nos encanta trabajar con los demás.

La expresividad para nosotros y nuestro entorno será similar a la de nuestros días escolares; pero sin estas comparaciones constantes, difícilmente podemos movernos por nuestras propias vidas, ni podemos comunicarnos con otras personas.

En cualquier caso, nos ahorra a todos buscar distinciones que son de importancia real para nosotros y también para otras personas.

En última instancia, esta sería la diferencia entre ser un activo para el medio ambiente y nuestros semejantes o simplemente un pasivo; es decir, la cada vez más discutida huella ecológica y social que dejamos al final de nuestros días.

Es precisamente esta distinción la que más rehuye a todos, y por eso preferimos seguir trabajando mano a mano con las comparaciones antes mencionadas, o mejor dicho, a lo largo de tonterías, que marcar la diferencia con nosotros mismos por primera vez. tiempo y tratar de ser un activo.


"Hay tres clases de hombres: amantes de la sabiduría, amantes del honor, amantes de las ganancias".

Platón, La República (ca. 380 a. C., Libro IX)

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